25.1.06

El otro

El aire era tibio la última vez que vi a un hombre.
Profundo en el bosque las hojas llovían y crepitaban, las aves cantaban y volaban, y ese hombre sentado y recostado contra un árbol me miró y supe que me entendía, tocó su flauta unos minutos haciendo palidecer al mundo y con una voz que parecía venir del más allá me habló de lo por venir.
- Este mundo se está terminando, ha cumplido su ciclo y no nos es más útil. Es hora de trasmutar como la uva en vino, como el gusano en mariposa, destruir lo que queda de animal en el hombre, hora de destruirlo todo y crear un hombre nuevo.
Dicho esto se levantó y caminó hacia la montaña, subiendo hasta perderse de mi vista.
Él fue el último hombre que viera, y aunque no lo he visto desde ese día, sé que vive. En las oscuras noches sin luna y de estrellas diluidas, cuando el peso de la oscuridad no le permite continuar su viaje, lo puedo escuchar tocar su flauta para guiar mi ascenso, pero siempre me precede, más allá de mi vista, más allá de la vista de cualquiera.

1 comentario:

Leticia dijo...

En su relato imaginé a Sísifo cargando la piedra, pero esta vez no solo/ intimidado por la presencia de otro a quien tambien detiene la oscuridad ¿qué pasaría entonces? ¿soltaría su carga para seguirlo? ¿buscando qué?...
Tal vez al acercarse, el otro le confiese que ya no hay dios y haga estallar su piedra en migajas.

me gustó su escrito y volveré por más