14.3.06

De cuanto odio a los curas o Sade del siglo XXI

En honor a Donatien Alphonse François, el marqués de Sade.
Una mente iluminada en una época de oscuridad.

Termino de enjuagarme la espuma del shampoo y puedo comprobar que efectivamente mi pelo quedo mas limpio y brillante, tal como anunciaba el envase en estridentes letras verdiazules. Me seco con una suave toalla de algodón y me pongo unos jeans de un extraño azul metalizado, una remera manga corta y unas zapatillas de un material que simula el cuero de algún animal que nunca existió.
El vapor, duplicado por gracia del espejo, entorpece mi peinar y al cabo de unos segundos salgo presionando una perilla que apagará la luz. Camino hasta mi escritorio y tomando el celular envió las fotos que tengo ahí almacenadas a un satélite y de vuelta a la computadora que esta sobre el escritorio, me siento, les retoco unos detalles, un cascada por ahí, un árbol por allá y se las envió por e-mail a un amigo de Moscú que nunca vi, pero se llama krit328, con un breve comentario describiendo mis vacaciones en las cataratas de Niágara. Me impulso, aún en la silla, y me deslizo hasta en frente al televisor y mientras veo un documental en el que describen de cuantas formas podría ser, y será, destruido nuestro mundo en el transcurso de miles de millones de años, pienso en el largo camino que hemos recorrido desde nuestros primitivos antepasados. De cuanto más evolucionados somos que aquellos arcaicos simios que pintaban animales en las profundidades de las cavernas, dándose licencias para dibujar unos muslos mas grandes y relamerse pensando en el festín que seria si lograra atrapar uno, y modificaba algún otro atributo y mas se relamía.
Que triste me sentiría si supiera, pero no sé, que dos cuadras mas al este una manada de esos seres se abalanzan al interior de un gigantesco monumento, mientras que en algún otro lugar, a solo unos metros de distancia, hay un pequeño ser que pinta sus deseos y se relame, le agrega un poco mas de bondad y agranda su deidad, y se relame, se lo imagina como un pequeño niño y se masturba tratando de llegar al paraíso, y se limpia rápidamente en su sotana para dar la misa de las ocho.

2 comentarios:

Un hombre sin reflejo dijo...

Al leer esto me suceden varias cosas:
1º Me intriga muchisimo saber cual es la marca del shampoo
2º No me imagino en que tienda pocria conseguir uno de esos jeans pero a un precio accesible (deben ser muy caros)
3º Innevitablemente me rio al imaginar al pequeño y viejo cura pasandole un quitamanchas a la sotana luego de la misa de las 8.
Este texte me resulta tan real que me pregunto que estaria haciendo yo mientras tanto, estaria yendo a la misa de las 8??? No lo creo

Leticia dijo...

Alguna vez imaginé así a Duns Escoto, irlandés que supo desafiar a santo tomas con lo de las distinctio formalis/ el compuesto hilemórfico y las haecceitas, todo para que despuésn llegue Heidegger y siga con la perorata... En el texto decía algo así:
"El sudor mezclado con la grasa de su pelo, abandonado a su cuerpo como todo irlandés respetable. Las piernas de Joan tiemblan y él desfallece. Los chicos lo dejan tirado en la puerta del convento, no sin antes esquilmarle las exiguas monedas de su bolsa. Aturdido sueña con las líneas prohibidas, que supo no repetir a tiempo:
Amabo mea Lesbia/
aestimemus assis rumoresque senum severiorum/
solis occidere et redirem possum/
da mi bassia mile deinde centum
dein secunda centum/ dein multa altera mile
…en el sueño algo atraviesa la túnica y el palio…
¿en el sueño?"